La deficiencia de vitamina D se ha convertido en un problema de salud pública tanto en Estados Unidos como en Europa, afectando a personas de todas las edades. Se estima que entre el 30 y el 50% de la población adulta está en riesgo de padecer déficit, mientras que más de mil millones de personas en todo el mundo presentan esta deficiencia. Las principales fuentes de vitamina D son la dieta y, en mayor medida, la síntesis endógena gracias a la radiación solar. En una dieta equilibrada, se asume que las necesidades de vitamina D son cubiertas, aunque pocos alimentos contienen esta vitamina. Los mamíferos pueden sintetizarla mediante la exposición solar, pero la insuficiencia de esta exposición, ya sea por factores geográficos, estacionales o el uso excesivo de protección solar, ha derivado en niveles bajos de vitamina D. La población de mayor edad es particularmente vulnerable, debido a su capacidad reducida de síntesis endógena y los bajos niveles de precursor de vitamina D en la piel.
El déficit de vitamina D también se ha vinculado a factores como la pigmentación oscura de la piel, el sexo femenino, la falta de actividad física, bajo nivel educativo y mal estado de salud general. Los receptores de vitamina D están presentes en la mayoría de las células y tejidos del cuerpo, y se estima que están involucrados en la regulación de alrededor de 3000 genes, lo que explica las diversas manifestaciones asociadas con la deficiencia. El déficit crónico de vitamina D se ha relacionado con patologías como trastornos óseos, enfermedades cardiovasculares, renales, diabetes tipo 1 y 2, varios tipos de cáncer (próstata, colon y mama), enfermedades autoinmunes, infecciones, demencia e infertilidad, entre otras. Además, los pacientes con enfermedades cardiovasculares suelen tener menos exposición a la luz solar debido a un estilo de vida más sedentario, lo que perpetúa el ciclo de deficiencia vitamínica.
También se ha observado que la obesidad puede estar relacionada con la deficiencia de vitamina D, ya que el tejido adiposo retiene la vitamina debido a su naturaleza lipofílica. Por otro lado, valores elevados de vitamina D se han asociado con una mayor supervivencia en pacientes con cáncer colorrectal, linfoma y cáncer de mama. Las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico son las principales causas de morbimortalidad global, representando aproximadamente el 30% de las muertes. Existe evidencia que sugiere una relación entre la deficiencia de vitamina D y diversas enfermedades cardiovasculares, como hipertensión arterial, hipertrofia ventricular izquierda, enfermedad vascular periférica, aterosclerosis, enfermedad coronaria e insuficiencia cardíaca congestiva.
Varios mecanismos han sido propuestos para explicar cómo la vitamina D protege contra las enfermedades cardiovasculares, incluyendo su regulación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, su efecto directo sobre el endotelio vascular, su relación con la hormona paratiroidea y la disminución de citocinas inflamatorias. Los estudios han mostrado que individuos con deficiencia de vitamina D tienden a presentar niveles más altos de biomarcadores asociados con enfermedades cardiovasculares e inflamación.
Este estudio descriptivo busca analizar la posible relación entre la deficiencia de vitamina D y factores de riesgo cardiovascular, especialmente hipertensión, en pacientes de la Unidad de Hipertensión y Lípidos del Hospital Universitario San Cecilio de Granada.
PACIENTES Y MÉTODOS
Los pacientes atendidos entre enero y marzo de 2014 en la mencionada Unidad fueron evaluados para su inclusión en este estudio. Se seleccionaron aquellos de entre 40 y 70 años con hipertensión no controlada, definida como cifras de presión arterial superiores a 130/80 mmHg y/o cambios en el tratamiento. Se revisaron sus historias clínicas electrónicas, con especial atención a la diabetes y enfermedades cardiovasculares como factores de riesgo cardiovascular. Además, se incluyó la medición de vitamina D en los análisis sanguíneos solicitados para las visitas de control.
RESULTADOS
De los 227 pacientes atendidos en el período señalado, 152 cumplían los criterios de edad. De estos, 81 presentaban hipertensión no controlada y fueron incluidos en el estudio. La vitamina D fue medida en 41 de estos pacientes, y se encontró que la mayoría tenía niveles óptimos, mientras que unos pocos presentaron niveles normales, déficit leve o manifiesto.
DISCUSIÓN
La mayoría de los pacientes analizados en este estudio mostraron valores óptimos de vitamina D, a pesar de que otros estudios previos han encontrado una relación significativa entre la deficiencia de vitamina D y el riesgo cardiovascular. Se sugiere que la vitamina D protege contra la enfermedad cardiovascular actuando sobre los cardiomiocitos y a través de mecanismos indirectos relacionados con la regulación de factores de riesgo cardiovascular. El déficit de vitamina D también se asocia con una mayor activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, lo que favorece la hipertensión y la hipertrofia ventricular izquierda.
CONCLUSIÓN
Los resultados indican que la población analizada no presenta en su mayoría deficiencia de vitamina D. Sin embargo, la evidencia científica sugiere que niveles bajos de 25(OH)D están asociados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Aunque el aumento de vitamina D a través de suplementos podría ser beneficioso en pacientes con deficiencia, no hay consenso suficiente sobre su efectividad para reducir el riesgo cardiovascular en pacientes sin déficit vitamínico. Se requieren más estudios para determinar las concentraciones óptimas de vitamina D y sus efectos en la prevención de enfermedades cardiovasculares.